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NOTA DE PRENSA:“LOS BANQUETES DEL SEÑOR DE SIPÁN”

El hallazgo de la tumba del Señor de Sipán en 1987, comparado frecuentemente con la de su similar Tut-Ankh-Amun de Egipto, así como una serie de nuevos descubrimientos, han revelado creaciones artísticas y culturales de calidad extraordinaria pertenecientes a la sociedad Mochica, que se desa-rrolló en las zonas oásicas de la costa Norte peruana, a inicios de nuestra era y extendiendo su influencia por más de 800 años.

Las actividades principales de los Moche eran la agricultura de riego y la pesca. Muestran también un desarrollo excepcional en la alfarería, la orfebrería, la textilería y la arquitectura de adobe. (Las Pirámides de adobe, más grandes del Mundo se encuentran en Túcume, Región Moche). La Moche era una socie-dad fuertemente jerarquizada, en la cual agriculto-res y pescadores ocupaban los lugares más bajos; los artesanos se hallaban más ligados a una serie de centros de poder en los cuales habitaban señores, que a su vez estaban relacionados entre si, y posiblemente integrados en una especie de Estado Político- Religioso - Bélico.

En el invernal Junio Limeño, de 1991, tuve un encuentro casual con Walter Alva, el afamado arqueólogo, descubridor de la tumba del Señor de Sipán. Fue a la hora del desayuno, en un café de Miraflores, esa bella ciudad amiga de la historia y de la grata tertulia. El destino nos había convocado para darle un momento de calor y de cultura al aburrido clima, “color panza de burro”, como llamaban nuestras abuelas y Julio Ramón Riveyro a los monótonos meses de invierno en esta parte del Pacífico Sur.

¿Qué comía el Señor de Sipán hace más de dos mil años?
Dada mi reciente incursión en el mundo de la restauración, creí interesante preguntar y escuchar al arqueólogo Walter Alva, explicarnos su versión sobre este punto, después de todo no es muy común desayunar con arqueólogos y muy especialmente con uno de las características de Walter Alva. No imaginé entonces, que la respuesta nos llevaría por una aventura insospechada de investigación, de verdaderos safaris gastronómicos al norte del Perú, y al estudio de esa parte remota pero realmente increíble de la historia de nuestro Continente. “Empezaré...”, me dijo, “..por la parte más sencilla, es decir te mencionaré lo que no tenían para comer en aquel remoto entonces”. Walter mostró un ánimo decidido y elocuente al tomar el tema.

“no tenían productos derivados de vacunos, esto es no tenían carne, ni leche, vísceras ni aceites provenientes de estos animales, así mismo no tenían carne de cerdo, ni pollos y gallinas o huevos de estas aves, no tenían arroz, ni cítricos como el limón originario del Asia”, que en antiguos escritos de la India se lo encuentra citado como purificador del aliento y que los navegantes europeos, los españoles entre ellos, lo utilizaban para luchar contra el escorbuto en sus largas travesías marítimas.

No tenían ajos ni cebollas, continuó explicándonos, ni aceitunas y aceites de ellas derivado, aunque suponemos que si disponían de aceites obtenidos de mamíferos marinos. No tenían uvas y por lo tanto no disfrutaban del vino en cualquiera de sus divinas formas, el universo restante de las carencias gastronómicas se extendía, pero Walter tácticamente optó por cruzar el puente de su relato en un solo tranco, y afirmó: “etc…” dándole al etcétera una riqueza insondable.

En la superficie de estos ceramios y en diversos relieves los súbditos del Señor de Sipán prodigaron la más vasta iconografía conocida en estas regiones. La afamada revista internacional National Geographic Magazine, considera a la cultura Moche como una de las más completas y variadas del Continente Americano. En el arte iconográfico Moche, se ve con meridiana claridad rituales religiosos, sexuales, bélicos, y gastronómicos, hay también figuras de personajes divinos, sacerdotes, guerreros, con increíble detalle y descripción. Escenas marinas de pesca y de cacería de venados, en verdaderos cotos de caza de la élite Moche; Se aprecia con inigualable perfección la representación de deformaciones causadas por enfermedades autóctonas en figuras humanas, así mismo es perfecta la descripción de la gama de utensilios, joyas, adornos, ropajes, armas, escenas de danzas, instrumentos musicales y de uso diario en todo tipo de actividad

Gastronómicamente hablando, los huacos revelan que, hace 2000 años, en la mesa del Siec (Señor, Rey o Gobernante) Moche se disfrutó de: Langostas, lenguados, corvinas, palometas, peces ojo de uva, sardinas y pejerreyes, tortugas marinas, calamares, pulpos, cangrejos, conchas blancas y negras, erizos, langostinos, meros, bonitos, cojinovas y cabrillas, lisas plateadas, chitas y cabinzas, tollos y guitarras y de todo aquello que las riquísimas costas del Norte Peruano producían para los pueblos de sus riberas y que sus pescadores extraían con acierto y placer en sus embarcaciones de totora como aún lo hacen hoy en día.

En cuanto a recursos de la tierra, los huacos muestran elocuentemente la cacería del venado andino, cercado con redes y espantado por tambores y un sin fin de sonidos producidos por los múltiples ayudantes de caza, para se finalmente alcanzados con certeras lancetas disparadas desde precisas estólicas usadas por el Siec, que cargado en su litera por rápidos sirvientes, corría tras su presa sin poner jamás pie en el suelo humano. Así también, disfrutaron de más de seis variedades de patos silvestres, alguno de los cuales domesticaron definitivamente, la carne y plumas del Coriquenque y de la pava aliblanca; Es notable la recolección de los caracoles de tierra que la élite Moche disfrutaba, recordándonos los “escargots” de la Francia contemporánea, sólo que con una diferencia de dos mil años.

Las ancas de rana, el conejillo de Indias, el pez gato que hoy en día se come en panca de choclo, el cerdo silvestre, los camarones de río, el paiche amazónico, pescados y especies marinas secadas en sal y la más variada gama de verduras y cereales, entre las que podemos mencionar el zapallo, el tomate silvestre, frijoles y pallares, el incomparable choclo peruano, las yucas, la papa, el camote y un surtido inagotable de ajíes y rocotos; frutas entre las cuales destacan la chirimoya, la lúcuma, el pacae, el camu camu, la tuna, las moras o uvillas, la granadilla silvestre, la cocona, las fresas silvestres, el tumbo etc…Como saborizantes: la sal, proveniente de las salinas del la costa norte peruana, la menta y la hoy apreciada pimienta de molle.

El maní, representado en oro y plata en la joyería Sipán, hierbas variadísimas para las huatias de venado y pato, disfrutaron también de chichas, mieles y dulces deliciosamente combinados con camotes, yucas y cereales, todo esto y mucho más está perfectamente referenciado y descrito en la iconografía de los huacos Moche. En sus mercados los Moche, debieron tener escenas llenas de vida, música pregones, gritos de chicos jugando, canto de aves exóticas, ofertas de las más atractivas y variadas tal como hasta ahora sucede en todos los mercados del mundo.

Desde estos escenarios, el Perú abre sus maravillosas y riquísimas sorpresas, nuestro Restaurante BRUJAS DE CACHICHE como un homenaje a la creación y a la imaginación de los “CHEFS MÁS ANTIGUOS DE AMÉRICA: Los “MOCHEFS” ®, presenta este espectáculo Gastronómico único en su género en el mundo: “LOS BANQUETES DEL SEÑOR DE SIPÁN” resultado de una investigación sistemática y metodológica sobre los extraordinarios aspectos culinarios y alimenticios de la cultura MOCHE.

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